'Iba en mi unidad, cuando me pidieron un servicio de Emiliano Zapata a Multé, Balancán'.
MARTES 04/ENERO/2011
VILLAHERMOSA, TABASCO, MÉXICO
WILBERT ALBERT
TABASCO HOY
Balancannoticias.blogspot.com
De Emiliano Zapata a Multé, Balancán, se cobraban como 200 pesos en ese entonces. Esa fue la tarifa que pacté con esta persona por llevarla.
Y para allá nos fuimos.
Hicimos una buena plática, e incluso en el camino me invitó un refresco. El trayecto nos llevó como una hora.
No puedo mentirle, la charla de ese pasajero era más que agradable, incluso me contó de su niñez, hasta cómo se fue haciendo de unas vaquitas.
Me narró de lo mucho que sufrió, y que tuvo que vivir con su abuelito, quien le enseñó a ser honrado en esta vida.
Tenía mucho tiempo que no iba a Multé, desde que vendía refrescos por esa zona y quería recordar viejos tiempos con este viaje.
Lo que nunca me imaginé fue la gran sorpresa que me llevaría, sobre todo a plena luz del día.
Como a trescientos metros antes de llegar al lugar indicado, el pasajero empezó a retorcerse: se llevó sus dos manos a la barriga y casi tomó forma de acordeón.
Lo miré sorprendido, incluso se le cayó el pequeño sombrero que traía, fue cuando me paré y le pregunté:
-¿Qué te pasa amigo?
En cierto momento pensé que se me petateaba, porque daba unos gritos terribles…
-Amigo, me dijo.
-Hazme un favor, mira, no sólo me estoy haciendo del dos, sino del tres, hermano. Te agradecería que te orillaras y me esperaras un momento.
Digo, son cosas que pasan, es parte de la naturaleza, así lo entendí, incluso le pregunté que si traía parque (papel), y me respondió que no.
Rápido abrí la guantera y saqué un rollo que estaba a la mitad… no lo pensé más y le sugerí que se fuera corriendo rumbo al monte, no había de otra.
El hombre, como pudo, casi en cuclillas, salió del taxi, traía el 16, cruzó el alambrado y desapareció entre la maleza. Me quedé esperando, encendí la radio, y vi cómo pasaban unas vacas y toros… lo raro es que el tiempo hizo lo mismo, y esa persona no salía.
Me ganó la curiosidad y me bajé del carro: "Hey, señor, ¿le pasó algo?, conteste, ¿le pasó algo?… ¡Qué chingao!, hasta el papel de baño perdí esa vez, se lo juro, pues el tipo jamás apareció. Mi nombre es Rodolfo Méndez, soy originario de Emiliano Zapata.
MARTES 04/ENERO/2011
VILLAHERMOSA, TABASCO, MÉXICO
WILBERT ALBERT
TABASCO HOY
Balancannoticias.blogspot.com
De Emiliano Zapata a Multé, Balancán, se cobraban como 200 pesos en ese entonces. Esa fue la tarifa que pacté con esta persona por llevarla.
Y para allá nos fuimos.
Hicimos una buena plática, e incluso en el camino me invitó un refresco. El trayecto nos llevó como una hora.
No puedo mentirle, la charla de ese pasajero era más que agradable, incluso me contó de su niñez, hasta cómo se fue haciendo de unas vaquitas.
Me narró de lo mucho que sufrió, y que tuvo que vivir con su abuelito, quien le enseñó a ser honrado en esta vida.
Tenía mucho tiempo que no iba a Multé, desde que vendía refrescos por esa zona y quería recordar viejos tiempos con este viaje.
Lo que nunca me imaginé fue la gran sorpresa que me llevaría, sobre todo a plena luz del día.
Como a trescientos metros antes de llegar al lugar indicado, el pasajero empezó a retorcerse: se llevó sus dos manos a la barriga y casi tomó forma de acordeón.
Lo miré sorprendido, incluso se le cayó el pequeño sombrero que traía, fue cuando me paré y le pregunté:
-¿Qué te pasa amigo?
En cierto momento pensé que se me petateaba, porque daba unos gritos terribles…
-Amigo, me dijo.
-Hazme un favor, mira, no sólo me estoy haciendo del dos, sino del tres, hermano. Te agradecería que te orillaras y me esperaras un momento.
Digo, son cosas que pasan, es parte de la naturaleza, así lo entendí, incluso le pregunté que si traía parque (papel), y me respondió que no.
Rápido abrí la guantera y saqué un rollo que estaba a la mitad… no lo pensé más y le sugerí que se fuera corriendo rumbo al monte, no había de otra.
El hombre, como pudo, casi en cuclillas, salió del taxi, traía el 16, cruzó el alambrado y desapareció entre la maleza. Me quedé esperando, encendí la radio, y vi cómo pasaban unas vacas y toros… lo raro es que el tiempo hizo lo mismo, y esa persona no salía.
Me ganó la curiosidad y me bajé del carro: "Hey, señor, ¿le pasó algo?, conteste, ¿le pasó algo?… ¡Qué chingao!, hasta el papel de baño perdí esa vez, se lo juro, pues el tipo jamás apareció. Mi nombre es Rodolfo Méndez, soy originario de Emiliano Zapata.
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