VIERNES 21/NOV/2008
REDACCIÓN
Radio Noticias Balancán (RNB)
A dos meses para que Obama tome posesión de la presidencia de los EEUU, se conmemora el 45 aniversario del asesinato de John Kennedy, el magnicidio más polémico de la Historia. Algo en ambos presidentes lleva a la tentación de establecer paralelismos, desde la edad (46 años tenía Kennedy cuando le asesinaron; Obama llega a la Casa Blanca con 47) hasta el espíritu de renovación que, con casi medio siglo de separación, encandiló y ha encandilado a una sociedad ávida de cambios.
Buena muestra de ello es el excelente artículo de Miguel Torres en “Crónica” de el diario El Mundo, donde hace un excelente repaso por la vida de Kennedy y sus paralelismos con Obama y hasta el punto en que han llegado los costes para la seguridad de este último. Lo siguiente es sólo un extracto.
La nueva frontera kennediana simbolizó la llegada de nuevos tiempos y nuevas metas; las expectativas que despierta Barack Obama hablan también de cambio y de transformación en unos momentos en los que una grave crisis económica corona ocho años de mentiras y zafiedad. En vísperas de la elección de Obama, Carolina Kennedy escribía en un artículo: «Nunca he tenido un presidente que me motive de la misma forma que la gente me dice que mi padre les motivó». El tiempo dirá si se cumplen las esperanzas depositadas en Obama, pero lo cierto es que sobre él, una especie de Kennedy de color, se ciernen, alimentadas por el racismo, las sombras trágicas que acompañan a los héroes.
El carisma de John Kennedy, la espectacularidad cinematográfica del magnicidio, la multiplicación universal y mítica que las televisiones hicieron del crimen y de las exequias, y el inmediato asesinato del principal sospechoso, Lee Harvey Oswald, ex marine y comunista, dos días después, en las mismas narices de la policía, por Jack Ruby, sentaron las bases de un enigma histórico que probablemente nunca se resolverá. No se mata al asesino sino para evitar que hable. La teoría oficial, la de la Comisión Warren, de un solo tirador y tres balas, es lo suficientemente débil como para que parezca destinada a encubrir oscuras y tortuosas conspiraciones. Una primera bala que no da en el blanco, una segunda -la llamada bala mágica o loca-, que alcanza al presidente en la espalda, le sale por la garganta e hiere en la pierna y en el cuello al gobernador John Connally, y una tercera bala que alcanza mortalmente a JFK en la cabeza, todo en seis segundos, es suficiente para alimentar la sospecha de por lo menos un segundo tirador. Y, por tanto, de una conspiración.
CON RESPECTO A LA SEGURIDAD DE OBAMA…
Durante la campaña de las presidenciales, se comentó a menudo que el candidato demócrata a la Casa Blanca, y ahora ya presidente electo Barack Obama, batió todos los récords en recaudación, asistencia a mítines, y número voluntarios colaborando con su campaña. Sin embargo, se habló menos del récord que supuso el gasto en sus medidas de seguridad, el más elevado de la historia para un candidato presidencial, y que superó los 50 millones de dólares. Así, es de esperar que las medidas de seguridad del futuro presidente Obama superen las del actual, George Bush. De momento, su casa de Chicago, donde se espera que pase la mayor parte de su tiempo mientras su prepara para jurar el cargo el próximo 20 de enero y se convierte en el nuevo inquilino de la Casa Blanca, se ha convertido en un verdadero fortín.
Casa acordonada. Los servicios secretos, que se ocupan de garantizar su seguridad desde mayo del 2007, han creado varios cordones alrededor de la casa de Obama, de forma que para acercarse a varios metros, es necesario a menudo enseñar varias veces la documentación, y ser registrados. El hecho de que Obama haya recibido centenares de amenazas de muerte desde que anunciara su candidatura, además de su capacidad para congregar a decenas de miles de personas en actos al aire libre, su protección supone un verdadero desafío añadido para los responsables de su dispositivo de seguridad.
(El artículo continúa en su fuente original, ver enlace)
http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2008/683/1226790007.html
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