Un gran hombre que forjó su temple y riqueza a base de trabajo y esfuerzo en las impenetrables selvas guatemaltecas extrayendo la apreciada savia blanca del Chicozapote.
MIÉRCOLES 177MARZO/2010
BALANCÁN, TABASCO, MÉXICO
JULIAN MALDONADO LAINES
TABASCO HOY/Corresponsal
Balancan.com
El ex chiclero Melquiades Castillo Landero nacido en el año de 1920, quien radicó toda su vida en el poblado Multé, narró en una entrevista hace tiempo una anécdota que forma parte de una de las innumerables aventuras que vivió en la práctica de este oficio en tierras Guatemaltecas, con hablar cansado recordaba “en 1943 estábamos acampamentados (sic) en la planada de la serranía de Cobán y un amigo que apenas empezaba en el trabajo pero que era un gran hombre originario del lugar, me dijo, vamos a cruzar porque de aquel lado existen bastantes arboles que nos van a dar bastante resina para el chicle, era una gran planada que del otro extremo tenía árboles inmensos de chicozapote pero no se podía pasar a pie porque eran grandes cibales (pantanos), hasta que ideamos la manera de atravesarla construyendo una balsa con la que navegamos por una laguneta”.
“Al principio yo no quería acompañarlo, y él me decía tan valientes que son los mexicanos y aquí no son nada son unos cobardes, esto es cosa de hombres, a lo que le contesté --tu di lo que quieras pero yo aquí estoy trabajando y saco mi diario—pero el me dijo que allá iba a sacar más, por lo que punzado por la ambición y para que viera que los mexicanos no eran cobardes --le dije --esta bien te voy a acompañar, mañana temprano nos vamos”, platicaba el patriarca de la familia Castillo Jiménez.
“Al día siguiente partimos con el primer rayo de luz, y con nosotros llevamos a otro muchacho, llegamos hasta el lugar donde el nos dijo, por una laguna, la que teníamos que atravesar, acababa de pasar un ciclón por la zona por lo que todo estaba inundado, el se metió al agua a pie por lo que al ir haciendo ruido lo escuchó un lagarto, era un inmenso animal el cual tenía como un metro del ancho de la cabeza y se vino detrás de él con la intención de comérselo y lo siguió en tierra todavía como diez metros, por lo que le dije a mi otro compañero, Adolfo vámonos, porque cuando estemos arriba de la balsa ese animal nos va a tragar a cualquiera de los tres, pero él que era un hombre bravío dijo no te preocupes estos son bichos que da la naturaleza y para el hombre no hay nada imposible”, contaba el antiguo chiclero.
“Adolfo que así se llamaba mi amigo, de quien luego me enteré que había sido sargento primero de caballería del ejército de Guatemala, pero desertó y se refugio en las chiclerías de Cobán, dijo, vamos a hacer un camino limpio y cuando el lagarto venga lo voy a enfrentar al cabrón, ya casi íbamos terminando la brecha cuando a 4 metros nos surgió el reptil para no dejarnos pasar, era una ‘troza’ en tierra, por lo que mi amigo jalando su machete chiclero se fue encima del animal para picotearlo, pero el lagarto astutamente se fue de trasera hasta que se tiró al agua, ya lo viste—me dijo—esos son bichos y para el hombre no hay nada imposible, así llegamos y cortamos mucho palo como guarumo, corcho y pura madera frágil, para hacer la balsa, luego que terminamos nos dispusimos a ‘lonchear’, yo del miedo ni el lonche comí”, concluyó entre risas en esa ocasión Don Melquiades Castillo, quien falleciera en el municipio de Tenosique el pasado lunes a la edad de 90 años, formó matrimonio con la señora Doralida Jiménez Ballina (+), con quien procreó 11 hijos, 43 nietos, 63 bisnietos y 5 tataranietos.
MIÉRCOLES 177MARZO/2010
BALANCÁN, TABASCO, MÉXICO
JULIAN MALDONADO LAINES
TABASCO HOY/Corresponsal
Balancan.com
El ex chiclero Melquiades Castillo Landero nacido en el año de 1920, quien radicó toda su vida en el poblado Multé, narró en una entrevista hace tiempo una anécdota que forma parte de una de las innumerables aventuras que vivió en la práctica de este oficio en tierras Guatemaltecas, con hablar cansado recordaba “en 1943 estábamos acampamentados (sic) en la planada de la serranía de Cobán y un amigo que apenas empezaba en el trabajo pero que era un gran hombre originario del lugar, me dijo, vamos a cruzar porque de aquel lado existen bastantes arboles que nos van a dar bastante resina para el chicle, era una gran planada que del otro extremo tenía árboles inmensos de chicozapote pero no se podía pasar a pie porque eran grandes cibales (pantanos), hasta que ideamos la manera de atravesarla construyendo una balsa con la que navegamos por una laguneta”.
“Al principio yo no quería acompañarlo, y él me decía tan valientes que son los mexicanos y aquí no son nada son unos cobardes, esto es cosa de hombres, a lo que le contesté --tu di lo que quieras pero yo aquí estoy trabajando y saco mi diario—pero el me dijo que allá iba a sacar más, por lo que punzado por la ambición y para que viera que los mexicanos no eran cobardes --le dije --esta bien te voy a acompañar, mañana temprano nos vamos”, platicaba el patriarca de la familia Castillo Jiménez.
“Al día siguiente partimos con el primer rayo de luz, y con nosotros llevamos a otro muchacho, llegamos hasta el lugar donde el nos dijo, por una laguna, la que teníamos que atravesar, acababa de pasar un ciclón por la zona por lo que todo estaba inundado, el se metió al agua a pie por lo que al ir haciendo ruido lo escuchó un lagarto, era un inmenso animal el cual tenía como un metro del ancho de la cabeza y se vino detrás de él con la intención de comérselo y lo siguió en tierra todavía como diez metros, por lo que le dije a mi otro compañero, Adolfo vámonos, porque cuando estemos arriba de la balsa ese animal nos va a tragar a cualquiera de los tres, pero él que era un hombre bravío dijo no te preocupes estos son bichos que da la naturaleza y para el hombre no hay nada imposible”, contaba el antiguo chiclero.
“Adolfo que así se llamaba mi amigo, de quien luego me enteré que había sido sargento primero de caballería del ejército de Guatemala, pero desertó y se refugio en las chiclerías de Cobán, dijo, vamos a hacer un camino limpio y cuando el lagarto venga lo voy a enfrentar al cabrón, ya casi íbamos terminando la brecha cuando a 4 metros nos surgió el reptil para no dejarnos pasar, era una ‘troza’ en tierra, por lo que mi amigo jalando su machete chiclero se fue encima del animal para picotearlo, pero el lagarto astutamente se fue de trasera hasta que se tiró al agua, ya lo viste—me dijo—esos son bichos y para el hombre no hay nada imposible, así llegamos y cortamos mucho palo como guarumo, corcho y pura madera frágil, para hacer la balsa, luego que terminamos nos dispusimos a ‘lonchear’, yo del miedo ni el lonche comí”, concluyó entre risas en esa ocasión Don Melquiades Castillo, quien falleciera en el municipio de Tenosique el pasado lunes a la edad de 90 años, formó matrimonio con la señora Doralida Jiménez Ballina (+), con quien procreó 11 hijos, 43 nietos, 63 bisnietos y 5 tataranietos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario