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Lic. Julián Andrés Maldonado Laines


viernes, 28 de mayo de 2010

“Y que cumpla cien años más”.

La abuelita dejo de existir el pasado martes en Jalupa, Jalpa de Méndez.

JALPA DE MÉNDEZ, TABASCO, MÉXICO
JULIÁN MALDONADO LAINES
JESÚS GÓMEZ JIMÉNEZ
TABASCO HOY / Corresponsales
Balancan.com

*Entrevista que se le realizó a Doña Techita y se público en el diario Tabasco Hoy el 27 de Noviembre del 2008, hoy la recordamos, descanse en paz.

“En esa época la vida era muy dura, esos rebeldes se llevaban todo, pedían muchas cosas y si encontraban caballos, puercos, muchachas y comida, todo era para ellos. Por eso nos cuidábamos y escondíamos cuando se anunciaba que venían los revolucionarios a este lugar, no quería que me llevaran”, es el testimonio de María Esther Madrigal Verganza, mujer valiente y reacia que vio las primeras luces en el primer lustro del siglo XX.

Su cara es casi un pergamino, cada arruga de su rostro es una historia en su vida, y a sus 105 años de edad, goza de una visión y salud envidiable, además de una mente lúcida que le permite narrar anécdotas de la historia del país, así como los sucesos de los pueblos que vio nacer, entre ellos Jalpa y la propia villa de Jalupa.

“La Reina de los Jalpanecos”, como popularmente conocen a Docha Techita, engalanada con su vestido color rosa elegante y bordado con flores rosas, hechas con mucho cariño por su hija, la maestra de costura Carmita Santos, nació el 8 de noviembre de 1903, lleva más de un siglo de existencia, pero como si nada, conoce por su propio nombre a sus amigos y familiares que cada año festejan con ella sus onomásticos, celebraciones que en forma amable nos muestra en muchas fotografías viejas y recientes.

Mientras teje un fino vestido para su niño Dios que espera celebrar el 24 de Diciembre, y acompañada de su hija Carmita, con quien ha vivido toda la vida, esta singular mujer, la más longeva de Jalpa, sentada frente a la ventana de su casa de tipo colonial, platica “Vi la Revolución, como empezó y como terminó, he visto morir a tres generaciones, pues a la edad de nueve años, me encargue de cuidar a mis hermanos porque era la mayor. Y luego a los hermanos de mi marido que eran varios y por último a mis hijos que fueron nueve”. “Yo soy la única que queda. A veces me siento triste porque todas las personas que fui conociendo a lo largo de mi vida ya se fueron al cielo incluyendo mi esposo que murió a los 84 años”, nos comenta con la voz entrecortada y los ojos enturbiados a punto de derramar una lagrima.

“Hija, ven pa acá…Rosa ven”, exclama la dulce abuelita--mientras interrumpe su laboriosa tarea-- “Ahorita va a venir Carmita”, responde Rosa--una robusta mujer que la hace de cocinera en la casa-- “Quiero comer carne” pide. A lo que la cocinera le explica, que “Hoy es lunes, no mataron reses mañana si”.

Así, sentada al lado de su querida ventana, sigue tejiendo; mientras que en el interior de su casa, ubicada en el centro de la villa, se puede observar los vivos colores de las paredes verdes, piso rojo y tejas de barro, como en antaño.

Hija de Carmita Verganza y Juan Madrigal, ha llegado al otoño de sus días, sin embargo aun con un siglo a cuestas es muy vivaracha y animada habla con sus nietos y les cuenta acerca de la Revolución Mexicana, “cuando venían los insurrectos, las muchachas eran escondidas en los popales con el agua hasta el cuello, porque si encontraban una desperdigada por ahí se la llevaban como ‘adelita’, y en cuestiones culinarias cuando veían un cerdo, le decían al dueño que se lo comerían ahí mismo y no dejaban más que los puros huesos”, narra la centenaria viejecita, mientras mueve sus manos para ejemplificar más la historia.

“Mi papá era sastre, hacia mucha ropa que le encargaban los pobladores. Pero una vez que vinieron los Rebeldes, todos salieron huyendo y se llevaron toda esa ropa”, explica a su lado la maestra Carmita, hija de Doña Techita.

“No sufre enfermedad que sea controlada por medicamentos, salvo la reuma y solo hay que hablarle recio, por su edad, si se enferma traemos al médico para acá. Pero dice que uno de sus secretos, es solamente que nunca hizo bilis o guardó rencor. Pues siempre ha sido muy alegre con todos y ha sido muy positiva” añade la docente.

Agrega, que su mamá les ha pedido que nunca la internen en un hospital, pues quiere morir cerca de sus cuatro hijos que aun le sobreviven de 9 que tuvo, como son: Rafael, José Santos, Carmita y Edilia.

“Cuando mi mamá se ha enfermado, siempre dice que va a sanar y sana, nunca dice que no. Ella a su edad de 104 años, come lo que quiere, habla y se da cuenta si a una comida le falta sal, está fría, o algo no está dulce”, rematan los retoños de la veterana Reina de los Jalpanecos.

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