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Lic. Julián Andrés Maldonado Laines


lunes, 6 de octubre de 2008

“NO TENEMOS AYUDA, ESTAMOS A LA BUENA DE DIOS”.

Mas de 40 viviendas se inundaron en Netzahualcóyotl.

LUNES 06/OCT/08
BALANCÁN, TABASCO, MÉXICO
JULIAN MALDONADO LAINES
TABASCO HOY/Corresponsal
Radio Noticias Balancán (RNB)

Crónica

El miércoles en Netzahualcóyotl, Luigirio Espinoza Mandujano estaba descansando en su cama, cuando los gritos alarmados de sus vecinos lo despertaron, de reojo miró su reloj negro Casio, eran las 6 de la tarde, el barullo de la gente afuera ya no lo dejó conciliar la siesta, su mujer que en ese momento estaba viendo su telenovela, le advirtió desde la pequeña sala, --¡Luigio! Luigio!, ven a ver, que el agua esta penetrando más intensamente por la laguna y la gente de allá atrás esta desalojando sus casas.

Aunque no escuchó bien lo que dijo su conyugue, de un salto se incorporó del mullido camastro y fue a ver cual era la razón para tanto alboroto—aunque luego también el se alarmaría--¿Que es lo que pasa vieja?—inquirió.
-¡Pues que los vecinos se están inundando y han empezado a sacar sus cosas!—contestó preocupada la esposa.

Afuera era un pequeño caos, con la lluvia cayendo copiosamente, se veía gente movilizándose por doquier ante lo rápido que subía el agua en las ajedrezadas calles de la parte detrás del pueblo, dos policías y un campesino avanzaban con dificultad con el agua hasta las rodillas cargando un refrigerador, al lado un reportero observa la escena tratando de dimensionar la situación.

En otra calle más arriba, otro poblador, vestido con short y playera, trataba desesperadamente de achicar su vivienda con cubeta en mano, mientras ponía a mejor resguardo un ventilador de piso, el cual ya había sido alcanzado en parte por la creciente.


-¿A que hora empezaron a inundarse?
-Hace como una hora que comenzó a entrar el agua por las rendijas, y sigue subiendo, ya subimos algunas cosas pero estamos alertas por si llega a elevarse aun más el nivel.
-¿A dónde se van a refugiar si crece más la laguna?
-Pues tendríamos que salir e ir a los albergues, ya sea al mercado o a la casa ejidal, pero no queremos salir porque si nos vamos nos roban aquí.
-¿Han recibido ayuda?
-De la policía y de protección civil sí, pero no nos han traído despensas, necesitamos que nos apoyen de esa manera, hasta ahorita son más de cuarenta viviendas afectadas.

Sin dejar de sacar cubetadas de la sucia agua que ha invadido su pequeña sala, se aleja rápidamente y desaparece en otra estancia de la casa.

Entre los funcionarios que recorren la zona, nos comentan, se sabe, que por instrucciones del “chelo” Granier, no se dará ninguna despensa a nadie, que solo en los albergues se les dará alimentación.


Una anciana que es transportada en un cayuco por sus nietos, nos mira sin mirar, ensimismada en sus pensamientos, recordando quizás las antiguas crecidas del Usumacinta y las veces que tuvo que dejar su choza para ponerse a salvo de la inundación.

De pronto, se da cuenta que estamos frente a ella parados y exclama como para si misma ¡No tenemos ayuda, estamos a la buena de Dios!—dice—mientras la embarcación se aleja dejando una estela que rompe la negrura del agua, mientras la lluvia cae al igual que la noche, incesante… amenazante.

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